martes, 8 de octubre de 2013

Calendario Maya



Los más valiosos campos de este saber se hallan en las matemáticas y la astronomía. Gracias al perfeccionamiento de un sistema calendárico exacto, tanto en la medición del ciclo solar como del lunar, los mayas alcanzaron lo que se puede considerar el mayor grado de desarrollo astronómico y científico de toda la América precolombina.
Para entender la trayectoria de los astros, los sacerdotes se sentaban cada día en lo más alto del templo y fijaban la vista durante largo rato en el horizonte. Con este método, y utilizando un simple palo perpendicular al suelo, lograron definir el paso del Sol por el cenit, pues al encontrarse el astro en su punto más alto, el palo no proyectaba sombra.
Que el Sol se sitúe exactamente sobre nuestras cabezas es un caso excepcional que sólo ocurre en determinados lapsos del año, y dependiendo de la zona. Para la península de Yucatán el suceso transcurre dos veces: entre el 15/16 de mayo y entre el 25/26 de julio.
Por su fuerte presencia, el paso cenital era de gran interés para los antiguos mayas de la península, y marcaba fechas determinantes. Esto no es un dato menor: el calendario en las civilizaciones antiguas fijaba las actividades de la sociedad, basadas en la agricultura y las estaciones del año. De él dependía la vida cotidiana de toda la población.
Específicamente, los mayas establecieron un ciclo solar de 365 días, y otro lunar, de 295 días, lo que no constituye una gran diferencia con el calendario gregoriano. Su precisión se basa en una serie de días continuos que parten de una fecha inicial precisa (día cero): el 12 de agosto de 3113 a.C.

La matemática fue una importante herramienta para el sistema calendárico. En sus calendarios, las anotaciones numéricas se escribían mezclando números con glifos. Los números iban del 0 al 19 y se representaban utilizando una concha (para el 0); puntos o círculos para los números del 1 al 4; y barras, que representaban períodos de 5 días. De esta forma, los mayas escribían números.
 

 

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